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LAS LETRAS MAL ESCRITAS
PRIMERA PARTE
Pol
Hay cosas que nunca cambian y, sin embargo, llega un momento en el que ya no las ves igual. Las cosas no lucen como antes ni transmiten lo que solían transmitir cuando eras un niño y creías que todo sería siempre igual en la vida. Que nada cambiaría nunca.
Recuerdo perfectamente esos pensamientos. Tenía ocho años y estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas viendo al resto de niños jugar al fútbol en el viejo descampado, detrás de la cafetería de Lora. Empecé a dibujar líneas en la arena con el dedo índice, formas abstractas. A veces contornos de pájaros, un caracol y el sol. Jamás escribía palabras, ni siquiera una maldita letra: las odiaba. Eran complicadas, inútiles. Solía tardar mucho tiempo en escribir y los demás se burlaban de que, a pesar de mis esfuerzos, siempre escribiera las letras mal.
—¡Eh, ¿nos lo devuelves?! —Oí que me hablaban, pero ignoré a aquel niño a propósito.
Continué con mis líneas, intentando dibujar números en el suelo esta vez.
—¿Nos devuelves el balón? —volvió a decir el mismo niño al ver que yo le ignoraba. Entonces se acercó lo suficiente como para abandonar aquel terreno de juego improvisado y se arrodilló conmigo para preguntarme—: ¿Por qué estás tan sucio? ¿No sabes usar la bañera?
Cogí el balón que habían perdido y que se había quedado oportunamente detrás de mi espalda y lo lancé contra él. Se le hundió en el pecho y le hizo caer hacia atrás. En un segundo, el resto de sus amigos se plantó delante de mí para increparme por haberle pegado con el balón. Solo uno de ellos interfirió a mi favor al apartarme de la avalancha que se me venía encima, aunque yo deseara que la pelea empezara por fin.
—¿Qué ha pasado? —preguntó aquel intermediario.
—¡Solo le he preguntado por qué está tan sucio! —gimoteó el niño del balón desde el suelo.
Al instante, todos me echaron una largo vistazo, hipnotizados por mi apariencia. Me miraron de arriba abajo, desde las zapatillas raídas hasta la cima de mi cabeza donde tenía un chichón desde hacía tres días que esperaba que no pudieran ver gracias al pelo.
—Venga, vamos a jugar —dijo de pronto aquel niño que intermediaba para que su pandilla no me tocara.
A algunos les costó volver al partido, refunfuñaron y me soltaron algunas amenazas que yo entendí gustoso como la señal para empezar por fin una pelea, pero aquel chico volvió a interferir plantándome el antebrazo en el pecho. Así me sujetó. Me mantuvo a raya hasta que los demás se olvidaron del asunto y volvieron al juego como si no hubiera pasado nada, incluso el que yo había empujado con el balón.
—¿Cómo te llamas? —me preguntó entonces.
—Pol —contesté.
—Yo soy Ben. —Me extendió la mano como si fuéramos dos caballeros y no dos niños de ocho años.
No se la estreché. Me quedé mirándole con los ojos medio entornados sin entender qué pretendía.
—Siempre que jugamos al fútbol estás ahí sentado en la arena —comentó bajando la mano—. ¿No sabes jugar?
—Sí que sé —refunfuñé—. Sois vosotros los que no tenéis ni idea. Perseguís ese balón todos a la vez.
Ben me sonrió de repente y eso me cabreó. Mis intentos por ser dañino para que así me dejara en paz no parecían funcionar con él. Yo solo quería volver a la arena para escribir los malditos números y que así en el colegio no se rieran otra vez cuando no supiera hacerlo en la pizarra.
—¿Por qué no juegas entonces? —dijo Ben a continuación—. Puedes ir con mi equipo: nos falta uno.
Volví a entornar los ojos para mirarle con enfado. Teníamos la misma altura, ya que Ben también parecía tener ocho años, pero él era un amasijo de huesos mientras que yo parecía mucho más corpulento a su lado. Sabía que podía con él, que si se pasaba o intentaba burlarse como los demás le tumbaría aunque ya no tuviera un balón para arrojarle.
—Venga, ¿juegas o no? —insistió ante mi silencio.
—¿Y qué pasa con los demás? No querrán que juegue. —Los señalé, seguían con el partido ajenos a nuestra conversación en el otro extremo del descampado.
—Claro que sí, ya te he dicho que nos falta uno.
Se puso detrás de mí y, para mi sorpresa, fue capaz de empujarme por la espalda para arrastrarme hasta el terreno que ellos usaban como campo de fútbol.
Una vez allí, otro chico hizo que el balón fuera a parar a mis pies. Miré al frente y Ben me sonrió sin burla ni trampa. Ni tan siquiera me regañó cuando me arrebataron enseguida la pelota. Él me dio una palmadita en la espalda y me animó a que corriera.
Jugamos al fútbol hasta que anocheció y, a partir de ese día, todos los jueves volví al descampado para un nuevo partido. No volví a sentarme solo en la arena gracias a Ben, que quiso ser mi amigo por alguna razón que aún hoy en día desconozco y que, sin embargo, celebro.
Gracias a él todo empezó a ir bien. Me convertí en otro niño. Un niño feliz. Un niño que era niño. Y durante mucho tiempo pensé que todo sería siempre igual. Creí que toda mi vida se mantendría así: inmutable y divertida.
Pero tuve que desechar aquel recuerdo para centrarme en el presente al darme cuenta de lo equivocado que estaba.
Alcé la mano y toqué aquel viejo timbre que tantas veces había aporreado para que Ben saliera a jugar. Como en el pasado, él no tardó en acudir a la puerta.
Escuché sus fuertes pisadas llegando al recibidor. No preguntó y abrió sin más, pero esta vez no fue un niño delgaducho con una sonrisa permanente y feliz en la cara, sino un hombre adulto con fuertes hombros y una barba incipiente que me recordó que ya no teníamos ocho años sino algo más de treinta.
—¿Qué haces aquí? —me dijo a modo de saludo. Era evidente la amarga sorpresa en su cara.
—He vuelto, Ben —contesté.
Nos miramos el suficiente tiempo como para darme cuenta de que contraía la mandíbula y cerraba los puños al verme en el otro lado de la puerta. Yo aguardé, intentando por todos los medios centrarme en ese pasado en el que fuimos dos niños que eran amigos inseparables para no tener que recordar lo que vino después.
—Sea lo que sea que hayas venido a hacer a este maldito pueblo, hazlo cuanto antes y lárgate —dijo casi como un gruñido antes de cerrarme la puerta en las narices con un violento empujón.
Felicidades.Me ha encantado
Brutal! ?
Me ha encantado. El giro que da pasando de una posible historia de amor y celos a algo con mucha más «chicha» Engancha!
Me encanta. Animo y sigue así
Magnífico final.,.. Espero que haya una segunda parte, incluso una tercera…
Se me ha quedado corto, tenga ganas de saber cuales van a ser sus siguientes pasos, así que espero y deseo una continuación. No me esperaba para nada que se manejara dinero de la droga pesaba que era algo mas sencillo como que manipulaban él dinero y lo metían en cuentas bancarias de otro sitios para que nadie sospechara, o no se algo por él estilo, tampoco se explicarme muy bien. Esperó que esta novela siga y sobre todo me alegro de haber llegado a tiempo esta vez jajajajaja.
¡Me ha encantado! Me he quedado enganchada hasta el final y la verdad es que me encantaría saber cómo sigue la historia y si realmente consiguieron salir de Lamport ilesos, me encantaría poder leer algo más de esta historia. 🙂
Intrigada, enganchada, con ganas de más, expectante no sé, sinceramente me ha encantado esta novela corta. Ni mil palabras más, que decir que… ¡¡quiero que continúe!!
No es una típica hisotria de amor, y ooohh, eso ME GUSTA. Amistad, misterio, sueños qué cumplir, decisiones que tomar con la cabeza fría, esos ingredientes han hecho que no quisiera que se acabase. ¡GRACIAS! 🙂
Me ha gustado ese final con esa intriga de que pasara, necesito ya esa segunda parte que continúe esta fenomenal intriga. Es fenomenal la novela, gracias
Me encanta la novela quiero ya la segunda parte la verdad pensé que se llevaría aBen con el pero me da pena de Lora después de todo lo qie ha echo por el y dejarla sola
Está muy bien. Has sabido dejar la intriga suficiente en cada capítulo para tener enganchada a la gente. Muy bien. La historia está bien. Mi más sincera enhorabuena.
Buaa es increible, ya tengo ganas de saber cuál es el final y si es como me imagino…solo puedo decir que creo que lo más seguro es que Pol y Alma no acaban juntos… o puede que sí?? Solo tu lo sabes, y nosotros los sabremos mañana. Soy una fan tuya enserio, me ha encantado todo esto. Espero que nunca te rindas con esta página y con tus increibles juegos de novelas e historias cortas porque vales para esto y más… un beso y espero que esta vez si pueda poner un nombre ???
Me tiene muy enganchado, ya tengo ganas de ver el final!
Estoy enganchada me encanta la historia no me gustaría que terminaría no tan pronto jooo
Solamente falta un capitulo y estoy ansiosa y la verdad con ganas de que haya una segunda parte porque pueden salir aún un montón de cosas para esta historia. Estoy muy enganchada y encantada a la vez. Así que ojalá podamos continuarla un poquito más. Un saludo.
Empezaré diciendo con que es un novela genial, que me enganchó desde el momento en el que Pol estaba sentado en la arena y Ben le ofrecé jugar con ellos. Me parece un argumento súper original y estaría más que dispuesta y encantada a leer una segunda parte de Lora, Ben, Pol y los misterios de este pueblo. Te podría dar miles de críticas constructivas pero es que personalmente me encanta como escribes y creo que es perfecta de la forma que es. Y este es el motivo por el que me gustaría ponerle nombre y formar parte de alguna manera de tu próxima historia. Es decir, ya formó parte de ellas cada vez que las leo, pero formas parte de alguna forma más especial. Y sé que lo harás al azar, pero aun así quería que supieses que estaría más que encantada de ayudarte de alguna forma a es terminar esa historia. Un beso
Genial!!
Lo sabía, esto promete. Se está poniendo muy interesante.
Intrigadísima que estoy!!
Te has ganado un fiel seguidor de por vida. Enhorabuena Silvia, me encanta tu forma de escribir. Esperando el capítulo 5 con muchas ganas ?
Simplemente maravillosa.
Gracias Estela ☺️
No puedo esperar más a mañana, ¿qué pasará??
Puede pasar de todo… ?
Espero que te guste el capítulo mañana.
Lo has vuelto a hacer, me ha vuelto a encantar tu forma de escribir, sigue así .gracias
¡Guau! Estoy enganchada.