Cuando regresé, corrí por el pasillo hasta mi habitación dejándole atrás. Algo me empujaba. Quería alejarme de ese hombre que no era él para quedarme sola y disfrutar del vacío, respirar y sentirme yo misma de nuevo. Al entrar, fui directa a la cama. Me permití estirarme por completo sobre ese colchón bien cubierto por sábanas sin arrugas, deseando salir de mi propio cuerpo.
Entonces lo vi.